Lecciones de Vida
Ernesto Mosso: “Tenemos que salvar Chile”
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Nunca se sobredimensiona cuando se trata de seguridad en estos momentos. Y si es que hay que seguir innovando para protegernos de la delincuencia, lo seguiremos haciendo, porque los métodos delictuales se están perfeccionando con técnicas que antes no existían. Hace cuatro años no nos atacaban, y nuestra joyería pudo resistir porque tenemos un departamento exclusivamente dedicado a habilitar medidas de seguridad sumamente innovadoras. Ante la llegada de la fuerza de la ley, en vez de huir, los delincuentes optaron por enfrentarse a tiros mientras que el resto del grupo seguía intentando desarmar nuestras vidrieras. Esto es nuevo, antes llegaba la policía y se producía la huída.
El día del atentado, yo estaba haciendo deporte muy cerca del lugar. Me llamaron de la oficina y me fui corriendo a nuestra sede central desde donde coordinamos todo. Mi señora, por su parte, se fue al Alto Las Condes (donde se produjo el asalto) a manejar la crisis. Ella es quien se encarga del personal con quienes hemos forjado una relación estrecha, como si fuéramos parte de una familia. La noté preocupada porque una de las cuatro personas que estaban encerradas junto al guardia en el local tenía a su suegro internado en el hospital por coronavirus. El trabajo de contención que hacemos después de un shock así va mucho más allá del que establecen los protocolos y la ley. Es gente que lleva trabajando 25 años en nuestra empresa, por lo que el miedo, la vulnerabilidad y el dolor, se sienten como propios.
Ese día, la jefa de local notó movimientos sospechosos y llamó de inmediato al centro de guardias del mall y al de nuestra empresa. En pocos segundos se acopiaron en una sala habilitada en caso de asalto, pero fueron testigos de cómo 10 personas intentaban romper las vitrinas y pegarle mazazos a la puerta. Eso es terrorismo, porque genera pánico.
Esa misma tarde, después de conversar con el encargado de la seguridad del mall y Carabineros, dimensioné todo lo que Víctor Hurtado -el PDI que por menos de un milímetro se salvó de que la bala no le perforara el cerebro- arriesgó por cumplir su labor. Estoy esperando que se recupere para ir a agradecerle lo que hizo, porque hoy en día muy pocos se atreven.
Soy alguacil hace 18 años y apoyamos a los carabineros que están en la calle y cuando he podido conversar con ellos me dicen “Don Ernesto, la situación nos obliga a hacer la vista gorda muchas veces”. ¡Por qué! Porque tienen miedo a equivocarse, de hacer una mala maniobra. Al único que lograron atrapar fue un tipo de 20 años que tenía 23 causas por hechos similares y ¡sigue suelto!
Hoy sacar la voz es de valientes, pero no tengo miedo a decir lo que pienso y en contribuir a no perder este país al que adoro y en el que me siento ciudadano por gracia. Hay un dicho que dice “la oveja no es de donde nace, sino de donde pace”, y yo llevo 35 años en Chile, muchos más de los que viví en Argentina. Y no hablo solo por mis empleados que son lo primero para nosotros, sino que por el bien del país. Los empresarios tenemos la obligación de dar nuestra opinión y de contribuir.
Es cosa de mirar al otro lado de la cordillera. Argentina ya lleva tres generaciones analfabetas, mantenidas por el gobierno y que no trabajan. Entonces cómo insertas a esas personas en el mundo laboral si no saben trabajar. De hecho, yo tengo un emprendimiento vitivinícola en Argentina y no hay cosechadores argentinos que quieran trabajar, porque no están acostumbrados a eso. Tengo que contratar peruanos y bolivianos para que cosechen las uvas. Eso te demuestra lo que es un país sin ganas de trabajar. ¿Cómo no aprendemos de esos ejemplos tan cercanos? Chile por el contrario se ha levantado con trabajo.
A mí me parece que lo mejor que hace el gobierno de Sebastián Piñera es gestionar crisis como lo está haciendo con la pandemia, pero falta mano dura y acción por parte de los jueces, los tribunales de justicia. Los malos son dueños del espacio público y hay una inmensa mayoría de gente correcta que permanece callada pero que está cansada y descontenta de que nadie alce la voz y frene la delincuencia. Lo único que quieren es despertarse tranquilos, trabajar y darle calidad de vida a los suyos. Esa gente todavía no se ha pronunciado.
No sabes la cantidad de WhatsApp y llamadas que me han llegado por estos días diciéndome que aproveche el minuto de hablar y sacar la voz por los empresarios. Hablar de que existe terrorismo por supuesto que es una posición incómoda, pero tenemos que salvar Chile. Este es un país de gente trabajadora y la riqueza que se ha generado ha sido producto del esfuerzo, y no pidiendo todo gratis ni menos robando.
Está bien que la gente aspire a más y que quiera surgir, pero que se logre con valores, con educación y perseverancia. Por supuesto a quienes sufren más tenemos el deber de apoyarlos, pero eso no justifica el crimen, la violencia ni atentar contra los derechos de los demás. Una sociedad surge con trabajo, porque hasta donde yo sé, nadie tiene una fábrica de dinero.
A mí me preocupa el tema país. ¿Este es el país por el que hemos dado la vida entera para que nuestras familias puedan desarrollarse? En una comida, una de mis hijas me agradeció todo lo que he hecho por ellos, pero me cuestionó que no sabe si es seguro seguir viviendo en un lugar donde no puede pasearse por la calle con sus hijos sin el temor que le vayan hacer un portonazo. Ella me decía “papá, tú nos diste una educación que me puede permitir desarrollarme de otra manera y estaría dispuesta incluso a perder todo lo que tengo a cambio de vivir en paz”. Es muy duro escuchar eso de un hijo, pero es la verdad y no tengo argumentos reales para rebatirle eso a mi hija, porque no es una excepción, es algo de todos los días.